El verdadero peso del crimen en la economía mundial

 ¿Podríamos no depender el dinero proveniente del crimen?



A lo largo de la historia, las actividades criminales han existido en diversas formas y han influido en las economías de diferentes maneras. La magnitud y el impacto de estas actividades varían según la época, la región y las circunstancias específicas. Sin embargo, las sociedades a lo largo de la historia siempre han tenido algo en común, que una significativa parte de ellas venía dada por actividades delictivas y tenían el poder de influir en la política y decisiones estratégicas a nivel global.


Ya dese los siglos XVII y XVIII, la piratería y el contrabando marítimo alteraron significativamente el panorama comercial, afectando la economía de las potencias coloniales. Los piratas no solo representaban una amenaza directa para los barcos comerciales, sino que también contribuían a la inestabilidad en las rutas marítimas clave, afectando la fluidez del comercio y generando consecuencias económicas a largo plazo.


Dos siglos después, en el contexto de la prohibición del alcohol en los Estados Unidos entre 1920 y 1933, el surgimiento del mercado negro del alcohol tuvo un impacto económico significativo, y se llegó a crear una propia economía sumergida potente basada exclusivamente en la compra-venta ilegal de alcohol. Las organizaciones criminales se beneficiaron enormemente de la producción y distribución clandestina de alcohol, generando ingresos considerables al margen de lo legal. Esta situación también ilustra cómo la criminalidad puede surgir como respuesta a prohibiciones políticas, afectando a la economía de manera imprevista.


Ya en la actualidad, durante los siglos XX y XXI, el narcotráfico ha emergido como un fenómeno global con profundos efectos económicos y sociales. Las organizaciones criminales involucradas en el tráfico de drogas no solo generan enormes ingresos, sino que también contribuyen a la desestabilización social y política en diversas regiones, ya que como he mencionado antes, esa economía ilegal también acaba teniendo mucho peso en la política de los países. Por no hablar de que la violencia asociada con el narcotráfico y organizaciones delictivas puede tener consecuencias devastadoras para la infraestructura y la fuerza laboral de un país, afectando negativamente su desarrollo económico.


Ya han sido recientemente visibles y de forma evidente en algunas naciones que se vieron, en su día muy azotadas por actividades delictivas y en las que se acabaron mezclando la política con las actividades delictivas. Por ejemplo, Pablo Escobar, uno de los mayores capos de la droga jamás vistos llegó a ser la séptima persona más rica del mundo con más de 30 mil millones de dólares. Además, él también llego a ser congresista en el Congreso de la República de Colombia. Por un lado era un congresista que dirigía el buen rumbo de Colombia, y por otro lado era, posiblemente, el mayor capo de la droga a nivel mundial. 

En resumen, las actividades criminales a lo largo de la historia han tenido consecuencias económicas complejas, desde la alteración directa del comercio y la inversión hasta la generación de ingresos ilícitos que a menudo se traducen en impactos sociales y políticos significativos. Sin embargo, cuantificar con precisión estos impactos sigue siendo un desafío debido a la naturaleza clandestina de muchas de estas operaciones y a la falta de datos confiables debido a la ilegalidad de los mismos.


De hecho en 2015 se elaboró un estudio para calcular el peso verdadero de las actividades ilegales en la economía mundial. El informe del Foro Económico Mundial del año 2015 sobre el estado de la economía ilegal a nivel global arrojaba algunos datos más concluyentes sobre la importancia real de estas actividades, y de su influencia en el desarrollo de la riqueza de los países. Según este informe, las principales actividades ilícitas significaban entre el 8% y el 15% del PIB mundial. Entre los negocios ilegales más lucrativos estaban el tráfico de drogas (750 mil millones de dólares al año), las falsificaciones de productos (650 mil millones) y las actividades ilegales vinculadas al medio ambiente (entre 20 mil y cuarenta mil millones).


La realidad es que aunque este dato no sea tan cercano a nuestros días la realidad es que se mire como se mire una cantidad en torno al 8% y el 15% del PIB mundial es una cantidad exageradamente alta en la economía global y que sigue presente en nuestra sociedad. Sin embargo, desde un punto de vista meramente económico no nos podemos preguntar qué pasaría si todo esa economía que viene del crimen se erradicara, las respuesta sería que azotaría inimaginablemente la economía mundial y sería prácticamente imposible cuantificarlo. Por ello es que nos encontramos ante esta cuestión partiendo de la base de que la economía proveniente de actividades delictivas debería erradicarse: ¿Sería realmente viable y sostenible la desaparición de la economía proveniente de actividades al margen de la legalidad?



Comentarios